El segundo mes del año arrancó con aumentos y un bolsillo agotado. Suben el tren, colectivo, los peajes, la luz, las prepagas y hasta los cigarrillos. Es sólo un primer botón de muestra de lo que será este 2018, en el que habrá que acostumbrarse al gradualismo de los aumentos, que llegaron para quedarse en un país donde por más de una década no se amalgamó ningún precio en la economía. Este mes también habrá un dólar inquieto (como ocurrió en enero), así lo descuentan en el mercado y en el propio Banco Central, donde no preocupa la libre flotación cambiaria y auguran un segundo semestre con más estabilidad en el tipo de cambio.
El desafio que enfrentará el Gobieno es cómo impactará todo esto en el ánimo de los argentinos. Hasta ahora la receta ciudadana parece ser: «me banco los aumentos entiendo que no hay otra pero lo hago porque se que voy a estar mejor». Esa expectativa tendrá un punto de inflexión en marzo; cuando el IPC se conozca, las paritarias estén al rojo vivo y venga la segunda etapa de aumentos entre marzo y abril. Ese momento será clave para la gran batalla anual, si esta vez la inflación está cerca de la pauta prevista o, si por el contrario, la Argentina vuelve a incumplir una norma como tantas otras. En el encuentro de los 50 años del INDEC muchos economistas de diferente perfil allí reunidos coincidieron en su creciente preocupación en torno a la salud de la macroeconomía.