Nosotros aguantamos los trapos» dijo un ministro en una café de charla informal. Definió así varias cosas: el efecto jubilados (diciembre), el papelón del ministro de Trabajo, Jorge Triaca (enero) y la tensión con el dirigente gremial de Camioneros, Hugo Moyano (febrero).
En síntesis, se refirió a la administración de la reciente caída en la imagen del presidente Mauricio Macri. Para seguir con la terminología futbolera, el partido donde los trapos deberían aguantar con creces será el de paritarias. Y, una vez más, el alfil de oro del Presidente será la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, quien se reunirá con los gremios docentes para pautar una paritaria de 15% anual más algún otro ingrediente. Marcará, de algún modo, la cancha de estas discusiones salariales 2018 que no tendrán cláusula gatillo. En esa mesa de discusión habrá otros temas que la mayoría de los sindicatos (no sólo docentes) prefieren evadir como, por ejemplo, presentismo. De acuerdo con datos del Ministerio de Educación, sobre un total de 280.000 docentes bonaerenses en el último año se gastaron $ 15.000 millones en licencias.
En el sector privado sería el equivalente a la productividad que muchas empresas quieren incorporar en las negociaciones salariales de este año en el que ya se empiezan a escuchar algunas correcciones en la pauta de crecimiento anual. Por eso las compañías siguen el minuto a minuto de la paritaria docente de la provincia de Buenos Aires. Como pasó con la cláusula gatillo (que gatilló fuerte el año pasado por la suba de la inflación, que fue mayor a la que se proyectaba); en las empresas esperan el cierre del acuerdo de Vidal para copiarle el esquema negociador. Quienes ya afilan el lápiz en este aspecto computan que al final del camino los acuerdos salariales rondarían el 19% o 20% para este año. Y en bambalinas sondean a los gremios, con una batería de «adicionales» fijos y posibles, que irían variando de acuerdo a las categorías y a la antigüedad. En ningún caso estarían vinculados a la inflación de este año que ya picó muy alto en menos de 60 días y respecto de la corrección de finales de 2017. La necesidad de atar esta discusión a la productividad y al crecimiento económico más que nunca este año, radica desde la perspectiva privada en dos datos cruciales. Por un lado, hay sectores que aún están con capacidad instalada ociosa. Si bien a mediados de noviembre se especulaba con que esto podría revertirse en el arranque de este año; las modificaciones en las metas inflacionarias y en las tasas anunciadas en diciembre enfriaron aquel clima; salvo en la construcción y el campo donde el ritmo económico permanece alto. Por otro lado, la corrección del 28 de diciembre golpeó en el corazón de los balances de muchas empresas que cierran en esa fecha y venían «aguantando los trapos», para parafrasear el comentario político de las primeras líneas.
Mirando para ese lado y no únicamente por el 15% es que algunos gremios juegan duro, como La Bancaria de Sergio Palazzo, que además conoce que los bancos ganaron fuerte en 2017. Esa situación de surfear cualquier ola mojándose poco también provoca fisuras con las entidades no tradicionales dentro del sistema como la banca digital y las denominadas Fintech, que vienen ganando terreno entre ahorristas como una opción nueva y tentadora, entre quienes necesitan acceder a créditos menos abultados que los que ofrece la banca tradicional y sobre todo con trámites menos burocráticos y dentro del propio Banco Central que promueva la bancarización casi como una obsesión cotidiana.
Ahora, ¿son inversiones que llegan al país? Desde este sector lograron un encuentro con el BCRA y otras cámaras similares de Estados Unidos, México e Inglaterra el 7 de febrero en el marco de los encuentros preparatorios del G20, según confirmó Alejandro Cosentino, CEO y fundador de Afluenta. Allí se analizó la posibilidad de que el Indec incluya un nuevo indicador de medición de inclusión financiera. Los dueños de la banca digital sostienen que tienen todo por delante ya que los préstamos equivalen en el país al 14% del PBI, una cifra bajísima comparada con el resto de la región. Tampoco le temen a los temblores en los mercados internacionales ni a la suba del dólar, ya que en momentos de tensión cambiaria es cuando más incrementan las solicitudes de préstamos online que, en promedio, rondan los $ 10.000. Entre los jugadores de la banca tradicional sostienen que sus «colegas» digitales están más livianos respecto de los controles del BCRA y justamente de empleados, paritarias y tensiones gremiales, y creen que en eso anclan su optimismo.
«Hay que apoyar», siguen repitiendo en las principales oficinas empresarias, aun cuando ya es un secreto a voces que este año no se proyectan importantes crecimiento de plantillas. Donde más se concentra el malestar es en la industria, sobre todo en las vinculadas con el consumo de alimentos y bebidas donde las estadísticas acumulan un sexto año consecutivo sin crecimiento de las exportaciones. Entre las automotrices hay más optimismo como lo demostró la reciente visita presidencial a la planta donde se fabrica el Fiat Cronos, que requirió una inversión de u$s 500 millones. Este abanico fabril estará sobre la mesa el martes en la primera reunión del año de la UIA, que aunque no negocia paritarias sí lo hacen las entidades que la integran y donde están los protagonistas que, en los dos años del gobierno de Macri, siguen sin ver la luz al final del camino.
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