Entre los principales referentes del sector privado parece haber consenso en torno a que la suerte de 2019 esté echada. Entre los vaivenes de la campaña electoral doméstica y las sorpresas internacionales: la guerra comercial entre los Estados Unidos y China más la dimisión de la primera ministra Theresa May en Gran Bretaña no hay respiro para las proyecciones de mediano plazo. Hoy, como les pasa a los políticos, la dirigencia empresarial asoma más concentrada en el rearmado de las nuevas conducciones de cara a 2020 que en lo que resta transitar de este complejo año en cuanto a nivel de actividad, inflación y empleo.
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