Esta semana, se conocieron los datos de precios mayoristas de marzo, los cuales presentaron una desaceleración marcada respecto a lo acontecido en el primer bimestre del año, dando cuenta de la moderación en el ritmo de depreciación del peso durante febrero. Esto, en conjunto con la estabilidad que mostró el tipo de cambio durante marzo y abril, aporta una señal positiva de cara a la evolución que presentarían los precios al consumidor en los próximos meses, una vez que queden atrás también los incrementos más significativos en las tarifas de los servicios públicos. Por otra parte, el gobierno dio a conocer recientemente los datos fiscales correspondientes al mes de marzo y al cierre del primer trimestre, en los que se destacó una nueva baja del déficit primario y el sobrecumplimiento de la meta para el primer cuarto del año, a partir de un crecimiento del gasto menor al de los ingresos por noveno mes consecutivo, elemento que ayuda a pensar en un soporte más estructural al proceso de desinflación en marcha.
En lo que hace a la evolución de los precios mayoristas, el indicador del INDEC arrojó en marzo una variación de 1,9%, marcando un descenso importante respecto al promedio del primer bimestre del año (4,7%), cuando, entre otros factores, había impactado la depreciación del peso registrada en diciembre (8%) y enero (4,7%), un elemento que perdió algo de impulso en febrero (2,4%), seguido por una mayor estabilidad cambiaria en el propio mes de marzo (0,1%).
La moderación en el ritmo de depreciación del peso se vio reflejada, en primera medida, en la evolución que mostraron los precios de los productos primarios, en su mayoría commodities exportables que detentan un vínculo más estrecho con los precios internacionales y resultan por ende más sensibles a las variaciones del tipo de cambio. Así, tras haber registrado un incremento mensual promedio de 9,4% durante el primer bimestre, con un aporte promedio de 2,1 puntos a la variación general del índice mayorista, estos experimentaron una suba muy moderada en marzo (0,9%), con una incidencia de apenas 0,2 puntos.
Mirando para adelante, la estabilidad que ha venido mostrando el tipo de cambio desde comienzos de marzo apunta a una mayor moderación en la dinámica de los precios mayoristas en los próximos meses, algo que también tendería a verse reflejado en la evolución de los precios al consumidor. En efecto, el tipo de cambio mayorista finalizó marzo en $20,14 (+0,1% mensual), y se situó al cierre de esta semana en $20,19, con una suba en lo que va del mes de sólo 0,2%. Y si bien desde comienzos de marzo y hasta la primera semana de abril el Banco Central se desprendió de USD 2.427 millones para mantener controlado el tipo de cambio, en las últimas dos semanas la autoridad monetaria se ha mantenido al margen de las operaciones en el mercados de cambios, observándose una mayor oferta de dólares del sector privado, habiendo comenzado ya la temporada alta de liquidación de divisas del agro, que se suma a un mayor ingreso de dólares financieros para participar las emisiones de deuda locales (en pesos), aportando otra fuente adicional de divisas al mercado cambiario.
En lo que se refiere a la evolución de las cuentas públicas, en marzo, el déficit primario sumó $14.702 millones, registrando el segundo descenso consecutivo en términos interanuales, en esta oportunidad con una baja nominal de 19,2% con respecto a un año atrás. Los ingresos mantuvieron un crecimiento sólido (21,7%), favorecidos por el avance de la actividad agregada, al tiempo que el gasto primario, con una evolución más pausada (17,6%), volvió a contraerse en términos reales (- 6,2%), consolidando una tendencia iniciada hace ya 9 meses.
Como se indicó, con el dato de marzo, el déficit acumulado de los primeros tres meses de 2018 se ubicó por debajo de la meta oficial, acumulando de esta forma cinco trimestres consecutivos de sobrecumplimiento. El déficit primario, con una merma de 25% interanual, resultó equivalente a 0,3% del PIB, lo cual representó la mitad de la meta trimestral de 0,6% del Producto. El sobrecumplimiento de la meta se logró a partir de una suba del gasto primario (18,5%) menor a la de los ingresos (22,3%) y también a la inflación del período por tercer trimestre consecutivo, pasando a ubicarse el gasto (ajustado por inflación) en los niveles de 2013.
A nivel desagregado, la reducción de los subsidios económicos (de 20% en el primer trimestre de 2018, tras contraerse 22,5% en 2017) ha jugado un rol importante en la desaceleración del gasto, y continua siendo un elemento importante en la estrategia de disminución del déficit fiscal, aunque no excluyente. Por otro lado, en relación a la dinámica de los precios, si bien las subas en las tarifas de los servicios públicos tienen un impacto sobre la inflación en el corto plazo, contribuyen al mismo tiempo a reducir el desequilibrio de las cuentas públicas, elemento que ha sido históricamente la raíz de la inestabilidad macroeconómica y la alta inflación en nuestro país.
Finalmente, el gasto real está bajando tanto si se lo mira antes de intereses como después de intereses, con una economía en crecimiento. El gasto primario, que en el año 2016 se situaba en 42% del Producto, el año pasado terminó en un nivel mucho más cercano a 40% del PIB, previéndose que a fines del corriente represente cerca de 38% del PIB, una baja nunca vista en nuestro país con la economía creciendo y con la pobreza y el desempleo en descenso. Ello marca una diferencia con otros procesos de reducciones del gasto en relación al Producto menores a éste, y fruto de licuaciones en medio de crisis macroeconómicas (nunca de manera ordenada), representando la situación actual toda una bienvenida novedad para la Argentina.